Los vinos canarios fueron casi exclusivamente blancos desde sus inicios hasta el siglo XVIII. Casi todos las variedades como Malvasía, Listán Blanco, Moscatel o Vijariego eran blancas. También lo eran los canary (fundamentalmente de Malvasía) y los vidueño (vinos de Listán Blanco). Con la decadencia de la Malvasía, que se había iniciado a finales del Seiscientos, se abrió paso en Tenerife, mediado el siglo XVIII,
un nuevo tipo de vino de exportación, semejante a los de Madeira y Oporto de la época.

Se trataba de un vino blanco algo coloreado con vino tinto y alcoholizado con aguardiente que se suministraba a los británicos cuando sus barcos recalaban en Tenerife para vender sus mercaderías, o cuando realizaban escala camino de la India y de las Trece Colonias americanas. Cuando éstas declararon la independencia en 1776 (que tardarían unos años en alcanzar), continuaron aprovisionándose de este vino, también conocido como Falso Madeira. Este vino era fundamentalmente de Listán Blanco, al que se adicionaba por una parte algo de vino tinto de procedencia peninsular, especialmente del puerto de Bilbao, y por otra, cierta cantidad de aguardiente llegado de Cádiz, pero proveniente de Levante, Cataluña y Mallorca.

La oposición de los cosecheros a la importación del vino tinto (que no se elaboraba en Tenerife) y del aguardiente, impulsó la plantación de variedades de uva tinta en la segunda mitad del XVIII. La Listán Negro se impuso entre las variedades tintas, seguida a bastante distancia por la Negramoll, que en cambio era la variedad negra más abundante en Madeira. El vino tinto se empleaba, más que para su consumo, para dar color al Falso Madeira, aunque esto fue cambiando a lo largo del siglo XIX, en que el vino tinto se convirtió en el preferido de los tinerfeños.

Uno de los elaboradores que introdujeron variedades negras en Tenerife fue Matías de Gálvez, padre del héroe de la independencia americana Bernardo de Gálvez. Pertenecía a una familia malagueña con miembros dedicados a la milicia y a la política, labores que compaginaban con la práctica de la agricultura. Bernardo de Gálvez fue gobernador de la Luisiana con sede en Nueva Orleans, desde donde ayudó decisivamente a la lucha contra los británicos por la independencia de las Trece Colonias. Su retrato cuelga hoy de las paredes del Capitolio. Reconocieron sus servicios con su designación de ciudadano de honor de los Estados Unidos. Después sucedió a su padre como Virrey de Nueva España en 1784.

Pero ahora estamos más interesados en su padre, Matías de Gálvez, quien antes de culminar su carrera como virrey de Nueva España (el virreinato más importante de la corona española porque el México de entonces tenía una extensión casi el doble de la actual), estuvo destinado en Tenerife en la década de 1770, donde regentó la Hacienda de la Gorvorana, en los Realejos, una de las explotaciones vitivinícolas más importantes de la isla. Matías exportaba el vino de su Hacienda a América del Norte, bien directamente o por medio de comerciantes. El vino de exportación era del tipo Falso Madeira.

Como explica Cólogan Soriano en Tenerife Wine. Historias del comercio de los vinos. Siglo XVIII. Tenerife, 2017, Matías Gálvez fue el primero en Tenerife en fabricar un lagar de piedra; hizo plantaciones en barra (hoy diríamos en espaldera), e introdujo en esa isla nuevas variedades procedentes de Andalucía; no podrían faltar las variedades tintas, dada la urgente necesidad de vino tinto para la confección del Falso Madeira.

La mayoría de las variedades cultivadas en Canarias llegaron de Andalucía, como es el caso de la Moscatel, la Listán Blanco y la Vijariego, entre otras. También parece de procedencia andaluza la variedad Listán Negro, y no solo por los precedentes de Matías de Gálvez y otros cosecheros de entonces. Recientemente, en una zona arenosa de Sanlúcar de Barrameda (donde la filoxera no pudo acabar con la viña), los responsables de Bodegas Yuste, han encontrado viejas plantas prefiloxéricas y plantadas a pie franco. Se sorprendieron al percatarse que alguna de ellas era la que conocemos en Canarias como Listán Negro. Es un dato más de la estrecha relación entre los actuales varietales canarios (varios de ellos endémicos de Canarias por su desaparición en Andalucía), con las variedades actuales y, sobre todo, con las variedades históricas andaluzas.

En el siglo XIX continuó la plantación de Listán Negro para elaborar vino tinto, pero ahora para su consumo directo. En la Exposición Vinícola Nacional de 1877, cuando España aprovechó la filoxera francesa para plantar enormes extensiones de viñedo, (cuyo vino podía llevarse a Francia gracias al incipiente ferrocarril), cada provincia realizó un informe detallado sobre el estado de la viticultura y tipos de vino que se elaboraban. El informe sobre Canarias, elaborado por el funcionario José Barrioso, da cuenta, entre otras circunstancias, de que la variedad Listán Negro, también llamada Listán Tempranillo, tenía presencia en todas las islas.

En Tenerife la variedad Listán Negro fue desplazando a las variedades blancas. El vino cambió de color convirtiéndose el tinto en el más abundante y consumido.

Lanzarote, última isla en elaborar vino (dado que hasta las erupciones de 1730-1736 el cultivo de la viña resultaba muy dificultoso), “heredó” las variedades de las otras islas, al punto de no encontrarse en ella ninguna variedades que no estuviera previamente asentada en el Archipiélago.

Las primeras plantaciones lanzaroteñas fueron de Listán Blanco (que llaman Palomino en Andalucía) por ser una variedad muy productiva. Se buscaba más el volumen de la cosecha que la calidad, dado que los primeros caldos conejeros se emplearon para elaborar aguardiente.

Después se fueron introduciendo el resto de variedades de las otras islas, especialmente la Malvasía, cuando ya los vinos se elaboraban para ser consumidos, no para la elaboración de aguardiente. La Listán Negro fue una de las introducidas, pero se empleaba para mezclarla con la uva blanca, por la creencia de que un poco de uva tinta ayudaba a la conservación de los vinos, muy mayoritariamente blancos. Por eso mismo, las vides de Listán Negro no se plantaron inicialmente agrupadas, sino entremezcladas con el resto de variedades. Se vendimiaban y se pisaban en el lagar todas juntas. En los años sesenta y setenta del XIX los vinos tintos empezaron a elaborarse en modestas proporciones. Este vino se denominaba Vidueño tinto y la uva era Listán Negro que se conocía como Listán Tempranillo. Existía también, como se deduce del informe de Barrioso antes citado, vino de Malvasía, Vidueño blanco (con uva de Listán blanco), Vidueño tinto y Moscatel. Las demás variedades se mezclaban, es decir, no se vinificaban separadamente.

El Listán Negro en Lanzarote ha tenido un comportamiento contradictorio; por una parte daba unos rosados excelentes y reconocidos (con la mala noticia de que el rosado ha estado casi desaparecido del mercado en toda España, hasta estos últimos años en que ha revertido la situación). Pero no era el caso del vino tinto elaborado con la misma variedad.

Así como los vinos blancos lanzaroteños, desde la segunda mitad del XIX, gozaban de prestigio en el Archipiélago, al punto que los cosecheros de otras islas los adquirían para mezclarlos con los suyos, según indican los informes consulares británicos del Ochocientos, el vino tinto solo gustaba a los lanzaroteños por estar acostumbrados (recuérdese el refrán “el pan cambiado y el vino acostumbrado”). Era un vino duro, áspero y astringente, consecuencia de unos taninos agresivos, especialmente los de las pepitas de la uva. El motivo residía en unas vendimias precoces o excesivamente tardías de esta variedad, despampanados intensos y maceraciones excesivamente prolongadas por la pretensión de obtener un color que la Listán Negro no tiene. El resultado era que el tinto rascaba el paladar.

Hasta que nos dimos cuenta de que no era conveniente imitar al tinto rioja de aquellos años: mucha (o muchísima madera) y el mayor color posible (aunque los vinos riojanos de cosechero ni tenían madera ni exceso de color y resultaban excelentes). Nos percatamos de que el Tempranillo (la variedad tinta más extendida de España, con especial importancia en Rioja y Ribera), nada tenía que ver con el Listán Negro.

Los tintos de Listán Negro comenzaron a corregirse en el último cuarto del siglo pasado. Se fueron evitando las podas en verde y los despampanados excesivos. Las maceraciones se acortaron, descubando antes de que finalizara la fermentación alcohólica. Se evitó el estrujado intenso para que no se rompieran los granos verdes o excesivamente maduros. Se comenzó a vigilar la maduración de la uva, seleccionando y vinificando partidas homogéneas. Finalmente ahora se huye de la madera, salvo algunas partidas muy escogidas que se introducen en barricas de 300 y 500 litros, para mezclarlas luego con el resto de la partida destinada a Tinto Colección.

Los vinos así elaborados tienen una personalidad acusada; resultan originales por su nulo parecido con los vinos dominantes de Tempranillo. No tienen mucho color (capa media-capa baja), resultan ligeros y aromáticos. Es un nuevo vino procedente de un antiguo varietal prefiloxérico y plantado a pie franco. Ya no es el patito feo de los vinos de Lanzarote, y comienza a obtener el reconocimiento en Concursos Internacionales.

Autor: Juan José Otamendi – Fecha: 09/IX/2019

Ficha de La Listán Negro Colección

ELABORACIÓN
La variedad Listán Negro (además de prefiloxérica y plantada a pie franco) es exclusiva de Canarias. En Lanzarote, por la arena volcánica que la cubre, da un vino singular, de poca estructura, original, aromático y amable.
En tiempos pasados, la prolongación de la maceración (pretendiendo extraer más antocianos de los que concede esta variedad), daba lugar a vinos ásperos y astringentes, por culpa sobre todo de los agresivos taninos de las pepitas. Parecía que la uva Listán Negro daba unos rosados excelentes, pero no así buenos vinos tintos.
Desde hace una década El Grifo ha conseguido un tinto de Listán Negro muy reconocido, gracias a procesar partidas homogéneas de uva; a no estrujar la uva para evitar la rotura de los granos muy verdes o muy maduros del racimo; haciendo maceraciones más cortas y a temperatura muy controlada; y separando los hollejos del mosto antes de finalizar la fermentación alcohólica. Luego pasamos por barrica algunas partidas que mezclamos después con el resto del vino destinado al Tinto de Listán Negro Colección.
FICHA ANALÍTICA
Grado alcohólico: 12.5 %
Azúcares Residuales: <2 g/l
Acidez Total tartárica: 5,2 g/l

FICHA DE CATA
• Color: Vino de capa media, rojo rubí, limpio y brillante.
• Aroma: Agradable, con notas de frambuesa y fondo volcánico, pura frescura.
• Boca: De paso fácil, fresco, ligero y atlántico.
PREMIOS
• 2019. Mondial Des Vins Extremes-CERVIM. Oro
• 2018. Berliner Wein Trophy. Oro
• 2014. Concours Mondial Bruxelles. Oro
• 2013. Mondial Des Vins Extremes-CERVIM. Plata
• 2010. Bacchus. Plata
• 2010 X Concurso Les Citadelles Du Vin. Prestige